Son 5.200 por año. Para satisfacer la demanda laboral hace falta casi el doble.
PorLeila Mesyngier
Los 5.200 ingenieros que se reciben por año en las universidades de la Argentina no alcanzan para satisfacer la demanda laboral, que exige casi el doble de profesionales para desarrollar proyectos en diversas áreas.
Esa cifra representa “entre el 10 y 15 por ciento” de todos los graduados en educación superior y significa “ un mal porcentaje ” en términos de crecimiento, según explicó Luis Vaca Arenaza, presidente del Capítulo Formación de Ingenieros para el Desarrollo Sustentable (FIDS) del Congreso Mundial de Ingeniería 201 0.
“No podemos decirles a todos que vengan a estudiar Ingeniería pero podemos sembrar para después cosechar y, para eso, tenemos que mejorar las formaciones inicial y media. Se trata de buscar métodos de generación de vocaciones tempranas”, asegura Vaca Arenaza.
Según el presidente de FIDS, “hay muchas disciplinas que conducen a la Ingeniería como la Matemática, que hay que mejorar, fortalecer y modernizar.
También aquellos que tienen afinidad por la música pueden ser brillantes ingenieros ”.
Otro de los motivos del bajo porcentaje de graduados es el temprano arribo al mundo laboral que conduce a los jóvenes a acceder a salarios altos, acelerar ciertas etapas de la vida (como comprarse un auto, un departamento o casarse) y no terminar los estudios, analiza Daniel Morano, Vicepresidente del Capítulo. “Cuando están por alcanzar un ascenso, vuelven a la universidad”, advierte.
Según Morano, quien también es Coordinador del Programa de Calidad de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación, cada año ingresan aproximadamente 31.000 alumnos y hay otros 25.000 que adeudan menos de siete materias en las 380 carreras que ofrecen las casas de altos estudios de todo el país.
Además, como también se requieren técnicos, y la reforma educativa de la década del noventa condujo al cierre de las escuelas de oficios, los alumnos de 2º y 3º año de la universidad son absorbidos por las empresas y ya no vuelven a estudiar, explicó el funcionario.
Durante el Congreso también se analizaron cuáles son los principios éticos básicos que deben tener los profesionales en la actualidad, teniendo en cuenta que la ingeniería “es una de las profesiones que más transformaciones produce en la naturaleza”.
Entre las características mencionadas se encuentran, por un lado, el sostenimiento de la excelencia académica y de la rentabilidad económica y, por el otro, la generación de conciencia y respeto por el medioambiente, la ecología, los recursos y la diversidad cultural en consonancia con los objetivos del milenio planteados por la UNESCO. “No puede haber un ingeniero que no sepa esto”, concluyó Vaca Arenaza
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DON VITTO GIOVANNI
martes, 26 de octubre de 2010
Medio siglo después del big-bang
PLASTICA › MUESTRA EN BELLAS ARTES A CINCUENTA AñOS DEL SURGIMIENTO DE LA NUEVA FIGURACION
Ahora, como entonces, los ecos del estallido siguen siendo intensos. Libertad e intensidad se perciben con fuerza a partir de la energía, colores, texturas, formas y planteos de aquellos cuadros.
Con curaduría de Mercedes Casanegra y diseño de montaje de Gustave Vásquez Ocampo, la muestra ofrece una relectura de la obra del grupo a casi medio siglo del surgimiento.
El guión curatorial busca “poner de manifiesto dos objetivos principales: exhibir las líneas personales de desarrollo de cada uno de los artistas –búsquedas y encuentros de sus lenguajes individuales e identidad propia de sus discursos–, de manera paralela a la puesta en evidencia del fuerte cuestionamiento que los planteos artísticos de los cuatro integrantes hicieron a la institución pintura y al estado de las artes visuales en la Argentina en el momento previo al surgimiento rupturista de fines de los años cincuenta y comienzos de los sesenta. Se optó por un desarrollo secuencial y cronológico de cinco núcleos principales que constatan la vertiginosa evolución del recorrido artístico y conceptual de estos cuatro artistas, que al congregarse en grupo cambiaron la historia de la pintura argentina”.
Cuando la Nueva Figuración nacía, el capítulo del arte informalista estaba terminando, pero con un final muy potente. Y es precisamente ese cruce de tensiones, entre lo que se iba y lo que llegaba, lo que en parte provoca la ruptura que significaba la utilización libre de la figuración por parte de Deira, De la Vega, Macció y Noé.
Erwin Schrödinger, un científico y matemático vienés que ganó el Nobel de Física en los años treinta gracias a su elaboración del “principio de incertidumbre” que rige las partículas subatómicas, postuló que “la tendencia natural de las cosas es el desorden”. Tal vez este principio podría enunciarse también para los procesos artísticos y creativos. De modo que el informalismo, con sus gestos de violencia metafórica, embrionaria y conceptual, suponía una materialidad posible para combatir la herencia ya un poco insípida de las vanguardias históricas. Los informalistas mostraban su desapego de la figuración y de la herencia geométrica a través de un juego con la materia, del espesor de la pintura, los grafismos, la espontaneidad de la expresión y la puesta en escena de un vértigo muy cercano al propio presente de cada obra.
Pero en 1961 el informalismo ya era canónico. La experimentación artística comenzaba a tomar los caminos que pronto conducirían al pop, el conceptualismo, el arte político, el arte de acción, la figuración y la geometría.
Si, como cita la curadora, para Ernesto Deira “desde la Segunda Guerra Mundial había habido un estallido de la pintura”; para Noé, ese preciso momento de la historia del arte del siglo XX fue el final del “strip-tease de la Diosa Pintura”.
“Esta divinidad –según dice Casanegra– representaba para Noé la tradición de la pintura desde el Renacimiento, con sus atributos de perspectiva centralizada, espacio ilusionista, tratamiento volumétrico de las formas, el dibujo que marcaba el límite de los volúmenes y el color subordinado a todo ello. La deconstrucción de aquella convención –o el citado strip-tease– comenzó con el Romanticismo, a principios del siglo XIX, y terminó a mediados del siglo XX, cuando la sola pincelada y el gesto que la operó gritaban su evidencia: ‘¡La Pintura está desnuda!’, según el mismo Noé. La Argentina –sigue la curadora– no había tenido ni un artista como Marcel Duchamp ni un movimiento como el dadaísmo, que hubiesen producido una revolución interna dentro de la institución arte, lo cual incluye la correspondiente noción de antiarte. Los acontecimientos se dieron en cadena y los neofigurativos cuestionaron sucesiva y profundamente la institución pintura. El objetivo del grupo fue buscar una nueva imagen de los seres humanos (del hombre, dijeron en aquel momento) con su contexto. Conjugaron los elementos más diversos a partir de aquel ‘estallido de la pintura’.”
La Nueva Figuración de Deira, De la Vega, Macció y Noé, como parte de un clima local e internacional, consolidó la irrupción de una nueva forma de representar en pintura, en la que abstracción y figuración se potencian y complementan. Y ahora, casi cincuenta años después, puede apreciarse intacta la fuerza de estas obras en su apuesta liberadora.
La muestra organizada por el Museo Nacional de Bellas Artes permite asomarse a los ecos de aquel big-bang de la pintura que significó el grupo integrado por Deira, De la Vega, Macció y Noé entre 1961 y 1965
Por Fabián Lebenglik
“La ‘Otra Figuración’ nació de la tensión de esa época, de la ferocidad, de la ferocidad de lo subyacente, de la premonición –en el medio del ruido– de lo que iba a pasar y también de la compartida esperanza de que no pasara lo que después pasó. La violencia que se reprochó por aquella época a la neofiguración y a sus adyacencias ya no se ve como una moda, sino como una premoción.”
Esto escribía Miguel Briante cuando organizó en 1991, como director del Centro Cultural Recoleta, la anterior retrospectiva de la Nueva Figuración en ese centro, cuando se cumplían treinta años del nacimiento del grupo.Ahora, como entonces, los ecos del estallido siguen siendo intensos. Libertad e intensidad se perciben con fuerza a partir de la energía, colores, texturas, formas y planteos de aquellos cuadros.
Con curaduría de Mercedes Casanegra y diseño de montaje de Gustave Vásquez Ocampo, la muestra ofrece una relectura de la obra del grupo a casi medio siglo del surgimiento.
El guión curatorial busca “poner de manifiesto dos objetivos principales: exhibir las líneas personales de desarrollo de cada uno de los artistas –búsquedas y encuentros de sus lenguajes individuales e identidad propia de sus discursos–, de manera paralela a la puesta en evidencia del fuerte cuestionamiento que los planteos artísticos de los cuatro integrantes hicieron a la institución pintura y al estado de las artes visuales en la Argentina en el momento previo al surgimiento rupturista de fines de los años cincuenta y comienzos de los sesenta. Se optó por un desarrollo secuencial y cronológico de cinco núcleos principales que constatan la vertiginosa evolución del recorrido artístico y conceptual de estos cuatro artistas, que al congregarse en grupo cambiaron la historia de la pintura argentina”.
Cuando la Nueva Figuración nacía, el capítulo del arte informalista estaba terminando, pero con un final muy potente. Y es precisamente ese cruce de tensiones, entre lo que se iba y lo que llegaba, lo que en parte provoca la ruptura que significaba la utilización libre de la figuración por parte de Deira, De la Vega, Macció y Noé.
Erwin Schrödinger, un científico y matemático vienés que ganó el Nobel de Física en los años treinta gracias a su elaboración del “principio de incertidumbre” que rige las partículas subatómicas, postuló que “la tendencia natural de las cosas es el desorden”. Tal vez este principio podría enunciarse también para los procesos artísticos y creativos. De modo que el informalismo, con sus gestos de violencia metafórica, embrionaria y conceptual, suponía una materialidad posible para combatir la herencia ya un poco insípida de las vanguardias históricas. Los informalistas mostraban su desapego de la figuración y de la herencia geométrica a través de un juego con la materia, del espesor de la pintura, los grafismos, la espontaneidad de la expresión y la puesta en escena de un vértigo muy cercano al propio presente de cada obra.
Pero en 1961 el informalismo ya era canónico. La experimentación artística comenzaba a tomar los caminos que pronto conducirían al pop, el conceptualismo, el arte político, el arte de acción, la figuración y la geometría.
Si, como cita la curadora, para Ernesto Deira “desde la Segunda Guerra Mundial había habido un estallido de la pintura”; para Noé, ese preciso momento de la historia del arte del siglo XX fue el final del “strip-tease de la Diosa Pintura”.
“Esta divinidad –según dice Casanegra– representaba para Noé la tradición de la pintura desde el Renacimiento, con sus atributos de perspectiva centralizada, espacio ilusionista, tratamiento volumétrico de las formas, el dibujo que marcaba el límite de los volúmenes y el color subordinado a todo ello. La deconstrucción de aquella convención –o el citado strip-tease– comenzó con el Romanticismo, a principios del siglo XIX, y terminó a mediados del siglo XX, cuando la sola pincelada y el gesto que la operó gritaban su evidencia: ‘¡La Pintura está desnuda!’, según el mismo Noé. La Argentina –sigue la curadora– no había tenido ni un artista como Marcel Duchamp ni un movimiento como el dadaísmo, que hubiesen producido una revolución interna dentro de la institución arte, lo cual incluye la correspondiente noción de antiarte. Los acontecimientos se dieron en cadena y los neofigurativos cuestionaron sucesiva y profundamente la institución pintura. El objetivo del grupo fue buscar una nueva imagen de los seres humanos (del hombre, dijeron en aquel momento) con su contexto. Conjugaron los elementos más diversos a partir de aquel ‘estallido de la pintura’.”
La Nueva Figuración de Deira, De la Vega, Macció y Noé, como parte de un clima local e internacional, consolidó la irrupción de una nueva forma de representar en pintura, en la que abstracción y figuración se potencian y complementan. Y ahora, casi cincuenta años después, puede apreciarse intacta la fuerza de estas obras en su apuesta liberadora.
La pelea por el reparto de la torta
TEMAS DE DEBATE: DISTRIBUCION DESIGUAL DEL INGRESO
En estos últimos siete años hubo un proceso de mejora sustantiva en la distribución del ingreso. Esto se vincula con los avances alcanzados por el nuevo esquema de políticas, los cuales han permitido la expansión del empleo registrado, la reducción de la desocupación, el incremento de los salarios, la dinamización de la negociación colectiva y la ampliación de la cobertura de la protección social.
Un indicador que permite cuantificar la mejora en la distribución del ingreso es el coeficiente de Gini (el cual se acerca a 1 cuando la sociedad es más desigual y a 0 cuando es más equitativa). Este presentó un empeoramiento sistemático desde 1976, que se profundizó notablemente en los noventa. A partir del año 2003 se quebró la tendencia de agudización de la desigualdad y se inició una fase en que ésta se reduce significativamente, aun cuando en 2009 el efecto de la crisis internacional aminora su ritmo de mejora y cuando los niveles siguen siendo altos en relación con los que caracterizaron a nuestro país.
Si bien suele haber consenso en torno de esta tendencia en la desigualdad del ingreso, se plantean algunos interrogantes sobre ¿cuáles han sido los ingresos que más contribuyeron a esta dinámica?, ¿cuál ha sido el papel del mercado de trabajo? y ¿cuál el de las mejoras realizadas en el sistema de protección social?
Para responder a estas preguntas en el Ministerio de Trabajo hemos hecho estudios con la base de las EPH que permiten cuantificar las fuentes de ingresos que contribuyeron en mayor medida a la dinámica de la equidad. Los resultados muestran que entre 2004 y 2008, el índice de Gini cae más del 14 por ciento. Esta reducción estuvo asociada centralmente con tres factores: el crecimiento de los ingresos proveniente del trabajo registrado en la Seguridad Social, la contracción del empleo precario y las mejoras promovidas en el sistema de protección social.
A nivel general, la dinámica del mercado de trabajo dio cuenta de más del 85 por ciento de la reducción en el índice de Gini, lo cual no es inesperado, ya que una gran parte de los ingresos de los hogares proviene de esta fuente. Específicamente, nuestro estudio muestra que los ingresos del trabajo asalariado registrado son los que explicaron más de la mitad (56 por ciento) de la caída en la desigualdad. Ello se asocia con el mayor crecimiento de los ingresos provenientes de este tipo de ocupaciones entre los hogares de menores recursos. En efecto, mientras que la participación del empleo registrado en el ingreso total de los hogares aumentó 6,5 puntos porcentuales (pp) en promedio, lo hizo en más de 10 pp para cada uno de los deciles del 1 al 3 (el 30 por ciento más pobre de la población). El rol que han cumplido, entre otras políticas, la negociación colectiva y el incremento del salario mínimo han sido centrales en esa dinámica.
Otro factor importante se vincula con la pérdida de relevancia de las actividades precarias de refugio, en especial del empleo por cuenta propia como fuente de ingresos en los hogares menos pudientes. Según nuestro estudio, cerca de un cuarto de la mejora de la equidad observada durante los últimos años se debe a esta tendencia.
El tercer aspecto que explica la reducción en la desigualdad del ingreso está relacionado con lo sucedido en el Sistema de Protección Social. Poco más de una quinta parte de la caída en el Indice de Gini se vincula tanto con los incrementos en el haber jubilatorio como con la extensión del sistema a más de dos millones de nuevos jubilados. El incremento del ingreso proveniente de estas fuentes ha sido significativamente mayor en los hogares de ingresos bajos y medios (deciles 1 al 6), lo cual resulta determinante a la hora de analizar la mejora en la desigualdad.
Cuando se incorpora el último año y medio al análisis, la Asignación Universal por Hijo (AUH) emerge como el factor más relevante para explicar la caída en la desigualdad: se estima que el Gini se habría reducido, como mínimo, un 3 por ciento sólo por esta medida. La participación de la AUH en el ingreso total de los hogares superaría el 2 por ciento en promedio. Sin embargo, para los deciles más bajos ese porcentaje sería más importante: el 26 por ciento del ingreso provendría de esta fuente.
En síntesis, estos resultados aportarían evidencia a los interrogantes planteados al inicio de esta nota y contribuirían a pensar en las políticas que requieren profundización para avanzar hacia una sociedad más justa. Mientras las políticas orientadas al mercado de trabajo han demostrado ser un pilar central en la mejora distributiva de estos años; las políticas de ingresos relacionadas con la protección social de los sectores más vulnerables –menores y adultos mayores– han jugado un papel complementario e indispensable.
* Dirección de Estudios y Coordinación Macroeconómica-SSPTyEL-Mtess.
En los últimos 35 años el país experimentó fuertes cambios en la desigualdad en la distribución del ingreso implicando un deterioro distributivo la mayor parte de las veces. Las razones del empeoramiento pueden encontrarse en la teoría económica, dado que se sucedieron en el país varios fenómenos asociados con el aumento de la desigualdad: crisis macroeconómicas, hiperinflación, períodos de alto desempleo, represión política con supresión de la actividad sindical, procesos profundos de liberalización comercial, episodios rápidos de acumulación de capital y modernización tecnológica, períodos de instituciones laborales débiles, etc. Sin embargo, la trayectoria no fue lineal. Entre mediados de los ‘70 y comienzos de los ’80 la desigualdad se incrementó fuertemente. Durante buena parte de los ’80, aun a pesar de la inestabilidad macroeconómica, la distribución del ingreso se mantuvo estable. La fuerte crisis hiperinflacionaria de finales de década provocó un gran aumento de la desigualdad, que se revirtió parcialmente en 1991 con la estabilización económica. Durante los ’90, y pese a la estabilidad macroeconómica, los niveles de desigualdad se incrementaron nuevamente. Con la crisis macroeconómica de 2001-2002 la desigualdad volvió a aumentar significativamente, recuperándose parcialmente con la posterior estabilización.
A partir de 2003 los indicadores de desigualdad, estimados con datos de la EPH del Indec, muestran una tendencia a la baja. Incluso, el coeficiente de Gini de la distribución del ingreso se ubicó en el primer semestre de 2010 en valores similares a los observados a comienzo de los ’90. Para analizar la trayectoria futura probable de la desigualdad es necesario entender los factores que explican su caída reciente. Obviamente, las explicaciones son múltiples, pero entre las más importantes pueden considerarse las siguientes:
- La normalización del funcionamiento de la economía post-crisis.
- La recuperación gradual de los salarios reales luego de la abrupta caída post-devaluación.
- El fuerte crecimiento del empleo, debido a la expansión económica.
- La intervención estatal en el mercado laboral: aumentos del salario mínimo, otorgamiento de aumentos de suma fija y promoción de negociaciones colectivas.
- El incremento del gasto social, en especial la implementación de programas de transferencias focalizadas en familias de menores recursos: el Programa Jefes y la Asignación Universal por Hijo.
- El otorgamiento de un gran número de pensiones no contributivas.
Teniendo en cuenta estos hechos, ¿es posible esperar que siga cayendo la desigualdad en la distribución del ingreso? El análisis de los puntos anteriores llama a la cautela. En buena medida los factores que explican la mejora en la desigualdad no parecen seguir disponibles a futuro. La crisis de 2001-02 fue superada, los salarios reales recuperaron su nivel, el empleo ya no se expande fuertemente y el sistema de protección social tiene una cobertura alta. En ese sentido, los márgenes de acción parecen reducirse a mejorar la calidad más que la cantidad de las políticas implementadas, tanto en el mercado laboral como en el gasto público.
Respecto de la intervención en el mercado laboral, una política discutida en la actualidad ayuda a explicar cuál es uno de los limitantes a la mejora en la desigualdad. Si bien la participación de los trabajadores en las ganancias parece implicar una mejora distributiva, existe un gran grupo de asalariados que no se beneficiaría directamente con la medida (los trabajadores informales). El impacto de la medida en la distribución personal del ingreso no es del todo clara, ya que dichos trabajadores se encuentran mayormente en estratos inferiores de la distribución. Aunque la tasa de informalidad laboral cayó mucho desde 2004, la mayor parte de la caída se dio en 2004-2008 (25 por ciento), siendo la disminución en 2008-2010 muy pequeña (menos de 5 por ciento). En ese sentido, la presencia de un alto porcentaje de trabajadores informales y el estancamiento en la mejora de ese indicador constituyen un límite a la posibilidad de mejorar la distribución del ingreso, lo que lleva a la necesidad de políticas más activas en ese ámbito.
Respecto del gasto público, resulta impostergable el desmantelamiento gradual del sistema de subsidios vigentes. Los mismos insumen una gran cantidad de recursos públicos, limitando el accionar estatal en otras áreas donde la urgencia social es mayor, y buena parte de los mismos están concentrados en sectores bien ubicados en la distribución del ingreso. Un esquema racional de salida de dicho esquema podría liberar recursos públicos para aplicar en áreas más prioritarias (por ejemplo, algún mecanismo de movilidad jubilatoria más progresivo y menos costoso que el proyecto del 82 por ciento móvil), al mismo tiempo que incrementaría la progresividad del mismo esquema de subsidios.
* Investigador del Cedlas - Universidad de La Plata.
A partir de 2003, la brecha entre pobres y ricos se redujo luego de dos décadas en las que se había ampliado sin pausa. Los analistas describen el rol que cumplieron las políticas productivas y sociales y formulan recomendaciones para seguir mejorando.
Producción: Tomás Lukin
La clave es el trabajo
Por Soledad Villafañe*
En estos últimos siete años hubo un proceso de mejora sustantiva en la distribución del ingreso. Esto se vincula con los avances alcanzados por el nuevo esquema de políticas, los cuales han permitido la expansión del empleo registrado, la reducción de la desocupación, el incremento de los salarios, la dinamización de la negociación colectiva y la ampliación de la cobertura de la protección social.
Un indicador que permite cuantificar la mejora en la distribución del ingreso es el coeficiente de Gini (el cual se acerca a 1 cuando la sociedad es más desigual y a 0 cuando es más equitativa). Este presentó un empeoramiento sistemático desde 1976, que se profundizó notablemente en los noventa. A partir del año 2003 se quebró la tendencia de agudización de la desigualdad y se inició una fase en que ésta se reduce significativamente, aun cuando en 2009 el efecto de la crisis internacional aminora su ritmo de mejora y cuando los niveles siguen siendo altos en relación con los que caracterizaron a nuestro país.
Si bien suele haber consenso en torno de esta tendencia en la desigualdad del ingreso, se plantean algunos interrogantes sobre ¿cuáles han sido los ingresos que más contribuyeron a esta dinámica?, ¿cuál ha sido el papel del mercado de trabajo? y ¿cuál el de las mejoras realizadas en el sistema de protección social?
Para responder a estas preguntas en el Ministerio de Trabajo hemos hecho estudios con la base de las EPH que permiten cuantificar las fuentes de ingresos que contribuyeron en mayor medida a la dinámica de la equidad. Los resultados muestran que entre 2004 y 2008, el índice de Gini cae más del 14 por ciento. Esta reducción estuvo asociada centralmente con tres factores: el crecimiento de los ingresos proveniente del trabajo registrado en la Seguridad Social, la contracción del empleo precario y las mejoras promovidas en el sistema de protección social.
A nivel general, la dinámica del mercado de trabajo dio cuenta de más del 85 por ciento de la reducción en el índice de Gini, lo cual no es inesperado, ya que una gran parte de los ingresos de los hogares proviene de esta fuente. Específicamente, nuestro estudio muestra que los ingresos del trabajo asalariado registrado son los que explicaron más de la mitad (56 por ciento) de la caída en la desigualdad. Ello se asocia con el mayor crecimiento de los ingresos provenientes de este tipo de ocupaciones entre los hogares de menores recursos. En efecto, mientras que la participación del empleo registrado en el ingreso total de los hogares aumentó 6,5 puntos porcentuales (pp) en promedio, lo hizo en más de 10 pp para cada uno de los deciles del 1 al 3 (el 30 por ciento más pobre de la población). El rol que han cumplido, entre otras políticas, la negociación colectiva y el incremento del salario mínimo han sido centrales en esa dinámica.
Otro factor importante se vincula con la pérdida de relevancia de las actividades precarias de refugio, en especial del empleo por cuenta propia como fuente de ingresos en los hogares menos pudientes. Según nuestro estudio, cerca de un cuarto de la mejora de la equidad observada durante los últimos años se debe a esta tendencia.
El tercer aspecto que explica la reducción en la desigualdad del ingreso está relacionado con lo sucedido en el Sistema de Protección Social. Poco más de una quinta parte de la caída en el Indice de Gini se vincula tanto con los incrementos en el haber jubilatorio como con la extensión del sistema a más de dos millones de nuevos jubilados. El incremento del ingreso proveniente de estas fuentes ha sido significativamente mayor en los hogares de ingresos bajos y medios (deciles 1 al 6), lo cual resulta determinante a la hora de analizar la mejora en la desigualdad.
Cuando se incorpora el último año y medio al análisis, la Asignación Universal por Hijo (AUH) emerge como el factor más relevante para explicar la caída en la desigualdad: se estima que el Gini se habría reducido, como mínimo, un 3 por ciento sólo por esta medida. La participación de la AUH en el ingreso total de los hogares superaría el 2 por ciento en promedio. Sin embargo, para los deciles más bajos ese porcentaje sería más importante: el 26 por ciento del ingreso provendría de esta fuente.
En síntesis, estos resultados aportarían evidencia a los interrogantes planteados al inicio de esta nota y contribuirían a pensar en las políticas que requieren profundización para avanzar hacia una sociedad más justa. Mientras las políticas orientadas al mercado de trabajo han demostrado ser un pilar central en la mejora distributiva de estos años; las políticas de ingresos relacionadas con la protección social de los sectores más vulnerables –menores y adultos mayores– han jugado un papel complementario e indispensable.
* Dirección de Estudios y Coordinación Macroeconómica-SSPTyEL-Mtess.
Desmantelar subsidios
Por Leopoldo Tornarolli *
En los últimos 35 años el país experimentó fuertes cambios en la desigualdad en la distribución del ingreso implicando un deterioro distributivo la mayor parte de las veces. Las razones del empeoramiento pueden encontrarse en la teoría económica, dado que se sucedieron en el país varios fenómenos asociados con el aumento de la desigualdad: crisis macroeconómicas, hiperinflación, períodos de alto desempleo, represión política con supresión de la actividad sindical, procesos profundos de liberalización comercial, episodios rápidos de acumulación de capital y modernización tecnológica, períodos de instituciones laborales débiles, etc. Sin embargo, la trayectoria no fue lineal. Entre mediados de los ‘70 y comienzos de los ’80 la desigualdad se incrementó fuertemente. Durante buena parte de los ’80, aun a pesar de la inestabilidad macroeconómica, la distribución del ingreso se mantuvo estable. La fuerte crisis hiperinflacionaria de finales de década provocó un gran aumento de la desigualdad, que se revirtió parcialmente en 1991 con la estabilización económica. Durante los ’90, y pese a la estabilidad macroeconómica, los niveles de desigualdad se incrementaron nuevamente. Con la crisis macroeconómica de 2001-2002 la desigualdad volvió a aumentar significativamente, recuperándose parcialmente con la posterior estabilización.
A partir de 2003 los indicadores de desigualdad, estimados con datos de la EPH del Indec, muestran una tendencia a la baja. Incluso, el coeficiente de Gini de la distribución del ingreso se ubicó en el primer semestre de 2010 en valores similares a los observados a comienzo de los ’90. Para analizar la trayectoria futura probable de la desigualdad es necesario entender los factores que explican su caída reciente. Obviamente, las explicaciones son múltiples, pero entre las más importantes pueden considerarse las siguientes:
- La normalización del funcionamiento de la economía post-crisis.
- La recuperación gradual de los salarios reales luego de la abrupta caída post-devaluación.
- El fuerte crecimiento del empleo, debido a la expansión económica.
- La intervención estatal en el mercado laboral: aumentos del salario mínimo, otorgamiento de aumentos de suma fija y promoción de negociaciones colectivas.
- El incremento del gasto social, en especial la implementación de programas de transferencias focalizadas en familias de menores recursos: el Programa Jefes y la Asignación Universal por Hijo.
- El otorgamiento de un gran número de pensiones no contributivas.
Teniendo en cuenta estos hechos, ¿es posible esperar que siga cayendo la desigualdad en la distribución del ingreso? El análisis de los puntos anteriores llama a la cautela. En buena medida los factores que explican la mejora en la desigualdad no parecen seguir disponibles a futuro. La crisis de 2001-02 fue superada, los salarios reales recuperaron su nivel, el empleo ya no se expande fuertemente y el sistema de protección social tiene una cobertura alta. En ese sentido, los márgenes de acción parecen reducirse a mejorar la calidad más que la cantidad de las políticas implementadas, tanto en el mercado laboral como en el gasto público.
Respecto de la intervención en el mercado laboral, una política discutida en la actualidad ayuda a explicar cuál es uno de los limitantes a la mejora en la desigualdad. Si bien la participación de los trabajadores en las ganancias parece implicar una mejora distributiva, existe un gran grupo de asalariados que no se beneficiaría directamente con la medida (los trabajadores informales). El impacto de la medida en la distribución personal del ingreso no es del todo clara, ya que dichos trabajadores se encuentran mayormente en estratos inferiores de la distribución. Aunque la tasa de informalidad laboral cayó mucho desde 2004, la mayor parte de la caída se dio en 2004-2008 (25 por ciento), siendo la disminución en 2008-2010 muy pequeña (menos de 5 por ciento). En ese sentido, la presencia de un alto porcentaje de trabajadores informales y el estancamiento en la mejora de ese indicador constituyen un límite a la posibilidad de mejorar la distribución del ingreso, lo que lleva a la necesidad de políticas más activas en ese ámbito.
Respecto del gasto público, resulta impostergable el desmantelamiento gradual del sistema de subsidios vigentes. Los mismos insumen una gran cantidad de recursos públicos, limitando el accionar estatal en otras áreas donde la urgencia social es mayor, y buena parte de los mismos están concentrados en sectores bien ubicados en la distribución del ingreso. Un esquema racional de salida de dicho esquema podría liberar recursos públicos para aplicar en áreas más prioritarias (por ejemplo, algún mecanismo de movilidad jubilatoria más progresivo y menos costoso que el proyecto del 82 por ciento móvil), al mismo tiempo que incrementaría la progresividad del mismo esquema de subsidios.
* Investigador del Cedlas - Universidad de La Plata.
El homenaje de Le Parc a los grandes muralistas
“Julio Le Parc, otra mirada”
Es la intervención artística que desde esta semana puede admirarse en el Centro Cultural Borges. Allí el maestro argentino del arte cinético, nacido hace 82 años en Mendoza, realiza un homenaje a otros grandes como Berni, Castagnino, Spilimbergo, Urruchúa y Colmeiro.Se trata de los muralistas de las Galerías Pacífico, que integraron el grupo del Taller de Arte Mural. También, dentro del homenaje, se incluye la muestra de bocetos, dibujos y grabados que dichos muralistas hicieron previamente a las majestuosas obras en la Galería. “Me interesa un artista que es un ciudadano, receptor sensible de su sociedad”, afirma Le Parc, radicado en Francia y distinguido en ese país como Comendador de la Orden de las Artes y las Letras. Mañana a las 20.30, Yamil Le Parc (uno de sus hijos) hará un concierto para acompañar la apertura.
Es la intervención artística que desde esta semana puede admirarse en el Centro Cultural Borges. Allí el maestro argentino del arte cinético, nacido hace 82 años en Mendoza, realiza un homenaje a otros grandes como Berni, Castagnino, Spilimbergo, Urruchúa y Colmeiro.Se trata de los muralistas de las Galerías Pacífico, que integraron el grupo del Taller de Arte Mural. También, dentro del homenaje, se incluye la muestra de bocetos, dibujos y grabados que dichos muralistas hicieron previamente a las majestuosas obras en la Galería. “Me interesa un artista que es un ciudadano, receptor sensible de su sociedad”, afirma Le Parc, radicado en Francia y distinguido en ese país como Comendador de la Orden de las Artes y las Letras. Mañana a las 20.30, Yamil Le Parc (uno de sus hijos) hará un concierto para acompañar la apertura.
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