DON VITTO GIOVANNI

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lunes, 28 de mayo de 2012

Incoherencia y desprecio




DON VITTO GIOVANNI

PRESENTA

POLITICA NACIONAL

Incoherencia y desprecio


Por Eliseo Verón



21/04/12 - 11:56

Desde el punto de vista de la retórica discursiva y audiovisual, el discurso de Cristina del lunes 16, anunciando el proyecto de ley de expropiación de las acciones de YPF, fue del más puro kirchnemismo (ver mi columna del domingo pasado). Pero después de un largo silencio, sensación de alivio: habló durante casi una hora. Cuando esta columna sea publicada, todo habrá sido dicho, a favor y en contra, de los aspectos técnicos y de la metodología que el Gobierno ha utilizado en esta expropiación y en la intervención de YPF, incluso (así lo espero) de algunos aspectos que a mí (ignorante en la materia) me parecen dudosos desde el punto de vista legal. Me queda claro el desprecio del Gobierno por la deliberación parlamentaria, a propósito de una decisión que afecta a la primera empresa del país, pero no tengo ninguna autoridad para hablar de los aspectos jurídicos del tema.

Se ha hecho ya amplia referencia a declaraciones anteriores, tanto de Néstor Kirchner como de Cristina, contradictorias con el discurso con el que la Presidenta ha argumentado la expropiación. ¿Es condenable cambiar de punto de vista sobre un problema de gobierno? Claro que no; hasta puede ser un índice de madurez política. Lo que los ciudadanos esperamos es que, si quien nos representa modifica notablemente su opinión, lo señale y nos explique las razones del cambio, para una mejor comprensión por parte de todos. Pero la retórica del “modelo” solicita una coherencia histórica que es puramente imaginaria. Extrañamente, la propia Presidenta puso una vez más el dedo en el ventilador y cerró su discurso aludiendo a que “él” “siempre soñó con recuperar YPF para el país”. “Siempre” debe ser entonces después que Néstor Kirchner, en los noventa, apoyó como gobernador la privatización menemista de YPF. Y “recuperar”, en consecuencia, debe tener que ver con algo que el propio Kirchner ayudó a que perdiéramos. ¿Hacer estos señalamientos es estar en contra de la gestión pública de la riqueza petrolera de un país? Claro que no: es la misma trampa que años atrás permitía calificar de enemigo de los derechos humanos a cualquiera que criticara al Gobierno.

Ya lo dije, repetidas veces, en este mismo diario: la señora Presidenta sólo puede tomar decisiones políticas contra algo o contra alguien. Su necesidad de un enemigo es visceral, primaria, ineludible. Para tomar sus decisiones sobre YPF, necesitó primero asegurarse (a través de silencios, rumores, borradores…) que tenía suficientes enemigos internacionales: España, la Unión Europea, México y alguno más.

¿Acaso la señora Presidenta cree que el tiempo quedó suspendido a partir del 23 de octubre pasado, cuando ganó las elecciones con el 54,11% de los votos? En ese caso, es bastante probable que, a medida que pasen los meses del segundo mandato, su desilusión vaya en aumento. Desilusión como la que debe haber sentido hace pocos días al ver los datos de importación de combustibles en 2011, descubriendo, después de nueve años de gobierno “kirchnemista”, que no todo funcionaba bien en YPF y que la Argentina corría inexorablemente hacia una crisis de abastecimiento energético. Los ex subsecretarios de Energía que en 2009 advirtieron públicamente de la situación, merecieron apenas, en su momento, una desdeñosa descalificación. Y como bien lo señaló Carlos Pagni el jueves en el diario La Nación, Kicillof, durante la discusión del proyecto de ley de expropiación en el Senado, “vituperó una gestión cuyo responsable estaba a su lado: De Vido”. ¿Y el Modelo?

¿Acaso la señora Presidenta se imagina que ese público de funcionarios, amigos y militantes, reunido una y otra vez para escucharla en los salones bellamente redecorados y rediseñados de la Casa Rosada, ese público que sonríe, cabecea, aplaude y canta obedientemente cuando corresponde, representa a “todos los argentinos” de los que tanto habla? Si así fuera, eso significaría que a los que no votamos por ella (el 46% es casi la mitad, ¿no?) nos están tratando de pelotudos.

Desprecio del debate parlamentario, que queda reducido a una mera formalidad inevitable, cuando todas las decisiones ya están tomadas. Desprecio de los medios que no sean rigurosamente oficialistas. A Néstor no le gustaba dar conferencias de prensa. A la señora Presidenta tampoco le gusta; cuando habla necesita sentirse protegida, rodeada de los suyos. El vicepresidente ya nos permitió entender que en las conferencias de prensa no se puede hacer preguntas.

No tengo proyecto político y desprecio al Otro. Combinación explosiva para el funcionamiento de una democracia.

*Profesor plenario. Universidad de San Andrés.

Soberanía, otra caja para el corto plazo




DON VITTO GIOVANNI

PRESENTA



POLITICA NACIONAL

Soberanía otra caja para el corto plazo


La expropiación de YPF es para acelerar la producción de energía en el corto plazo, agotando las reservas más rápido, algo que no haría una petrolera “profesional” que planifica a varios años.


Por Enrique Szewach


21/04/12 - 11:15






Le propongo el siguiente test: usted gana $ 10 mil pesos y gasta nueve mil. Lo que gana le alcanza para vivir y hasta puede ahorrar mil pesos. Suponga que alguien le ofrece 15 mil para hacer el mismo trabajo en otra empresa. Usted se dirige a su empleador y le plantea que, o le aumenta el sueldo a $ 15 mil, o se va, y su empleador le responde: “¿Por qué te voy a aumentar el sueldo, si con lo que ganás te alcanza, y encima te sobra el 10%?”.


Todo lo demás igual. ¿Usted qué haría, cambiaría de trabajo o no? Apuesto a que respondió que sí.


Bueno, el Gobierno argentino intenta hacer lo mismo que ese empleador ficticio: para los hacedores de política económica, las empresas no tienen que maximizar sus ganancias, deberían conformarse con ganar “lo suficiente” y entregar el resto al Gobierno, a los consumidores, o a otros empresarios que usan su producto o servicio como “insumo crítico”.


Por ejemplo, cuando el precio de la carne en el mercado internacional empezó a subir, el Gobierno, para proteger la mesa de los argentinos, y que los consumidores estén contentos a la hora de votar, decidió prohibir la exportación de carne, de manera que el productor local tuviera que vender al precio vigente en el mercado interno. Muchos, que no pueden hacer otra cosa, siguieron produciendo carne, pero los que sí pueden, decidieron “cambiar de trabajo”, y se pusieron a producir soja u otros productos. Se criaron menos vacas, cayó la oferta de carne, el precio interno explotó, cayó el consumo, y muchos frigoríficos cerraron por falta de materia prima.


En lugar de permitir, como en el resto de la región, que rigiera el precio internacional, maximizar la producción, el nivel de actividad y los ingresos de los productores y, en todo caso, “ayudar” , con subsidio directo, al segmento de la población que no podía consumir carne a los nuevos precios, se pretendió que el subsidio al consumo de carne lo dieran los productores de vacas y estos, se negaron, dado que podían “cambiar de trabajo”.


En el caso de la energía sucedió algo similar. El Gobierno pretendió aislar a la Argentina de la suba de los precios internacionales del petróleo y derivados. Para ello, les congeló los precios a los productores y pagó, con fondos públicos, a los generadores y distribuidores de electricidad y gas, la diferencia entre el precio congelado a los consumidores y los aumentos de costos –salarios y otros rubros diferentes al del combustible–, lo mínimo necesario para mantener el servicio funcionando.


Al igual que los productores de carne o trigo, aquellos productores de petróleo y gas que pudieron, decidieron invertir en otro lado. Hubo otros productores locales que, como no pudieron irse a otro lado, ni tenían capital o tecnología, no hicieron nada, a la espera de revender las concesiones cuando los precios mejoraran, o hicieron lo que pudieron. Todo esto con la connivencia y aceptación de las provincias que dieron las concesiones. Y con la presión del Gobierno central, que favoreció a sus amigos en este negocio.


Los generadores y distribuidores, por su parte, o vendieron sus participaciones a quienes apostaron a que las cosas cambiarían, o entraron en problemas con sus acreedores, o “aguantan”, mientras pueden, a la espera de mejores momentos.


Pero producción en caída y demanda creciendo, resultado, el Estado importa, a precio internacional, lo que falta. Ahora no sólo hacen falta pesos, para subsidiar los costos internos, sino que, también, hacen falta dólares para pagar las importaciones. (De allí el control).


Solución, la expropiación de la “caja” de YPF para usar esos pesos para acelerar la producción, en el corto plazo, agotando más rápido las reservas, algo que no haría una YPF “profesional”.


También se busca la asociación con empresas internacionales para lograr el autoabastecimiento.


Pero ésta depende de concesiones bien hechas, precios internacionales y libre disponibilidad de parte de las divisas.


Mientras la Argentina tuvo eso, exportábamos y las reservas crecían. Cuando empezamos a vivir la fantasía populista de precios alejados de los internacionales, nos quedamos sin reservas e importando.


Lo curioso es que a este “zafarrancho”, lo llaman, todos los que apoyan, “recuperación de la soberanía”.