DON VITTO GIOVANNI

DON VITTO GIOVANNI

martes, 16 de noviembre de 2010

Curioso homenaje de miró a los holandeses

Un surrealista inspirado por obras tradicionales.


Por KAREN ROSENBERG

Siempre inconformista, el pintor catalán Joan Miró se rebeló volcándose a los viejos maestros.


Y no cualquier viejo maestro: empezó con las escenas costumbristas de Jan Steen y Hendrick Sorgh, con sus estereotipos de sirvientas revoltosas, comensales borrachos y niños pícaros. En "Miró: Interiores holandeses" actualmente en el Metropolitan Museum, estas presencias se convierten en apariciones surrealistas flotantes ­ desconectadas y ambiguas pero igualmente maliciosas.

Esta exposición intimista, que llega al Met desde el Rijksmuseum de Amsterdam, se concentra en una época tensa en la carrera de Miró: 1928. Su tercera exposición individual en una galería de París ese invierno había sido un éxito que le valió una fuerte base de coleccionistas y las felicitaciones de André Breton. Pero Miró, fiel a su personalidad, se asustó. "Entendí los peligros del éxito y sentí que, en vez de aprovecharlo aburridamente, debía lanzarme a nuevas aventuras", escribió ese mismo año. "Siento un gran deseo de desanimar a los que creen en mí".

Por eso, cuando su amigo, el artista Jean Arp (conocido también como Hans) tuvo una inauguración en Bruselas, Miró aprovechó la ocasión para visitar Holanda por primera vez. Fue al Mauritshuis, en La Haya y al Rijksmuseum.

Allí, como escribiría más tarde, se sintió "seducido por la capacidad de los pintores holandeses para hacer puntitos tan pequeños como el polvo visible y concentrar la atención en una pequeña chispa en medio de la oscuridad".

En el cuadro de Sorgh, un hombre y una mujer sentados intercambian miradas significativas durante una sesión agotadora de música. En el de Steen, cuatro niños revoltosos sostienen a un gato sobre las patas traseras ante la mirada de un spaniel que ladra.

(Podríamos interpretar la acción como crueldad hacia los animales, pero los contemporáneos de Steen habrían percibido la combinación de animales, instrumentos y baile como una insinuación sexual.) De regreso en España, en la granja de su familia cerca de Barcelona, Miró decidió hacer sus propias versiones de Sorgh y Steen (Interior holandés I e "Interior holandés II"). También hizo un tercero ("Interior Holandés III") que parece combinar elementos de varias pinturas holandesas. Los tres están expuestos, junto con las obras de los viejos maestros que los inspiraron.

También figuran en la muestra del Met algunos de los pequeños dibujos a lápiz de Miró, junto con las postales que tenía pinchadas en su caballete. De todas éstas, sintetizó un estudio final más grande, en carbonilla y pincel, para cada "Interior Holandés".

Los dibujos muestran con qué rapidez y estrategia llegaba Miró a los elementos grandes de su composición: el músico de laúd caricaturesco en la primera pintura, o el perfil del niño casi como una ameba en el segundo.

Algunas formas, como los instrumentos musicales, hacen que la transición quede más o menos intacta; otros sufren una formidable "Miromorfosis", para utilizar el apropiado término de los ensayistas del Rijksmuseum Panda de Haan y Ludo Van Halem.

Miró trasladó algunas de las figuras de Steen y Sorgh y, quizás a partir de observaciones en su granja, introdujo otros nuevos: un murciélago, una araña, un sapo, un pez, un cisne. (Se pueden comparar sus versiones con los originales en dos diagramas, que el museo provee solícitamente.) Cada una de sus pinturas tiene su propia personalidad, que no tiene mucho que ver con su fuente. Su "Interior Holandés I" es una fantasía frívola en verde y naranja, con el intérprete de laúd como una suerte de Flautista de Hamelin acompañado de varios animales y aves. La mujer de la pintura de Sorgh desapareció y con ella todas las sugerencias de intimidad.

"Interior holandés II" ya es un poco más libre; sus abultadas manchas flotantes con reminiscencias de genios, muestran la influencia de Arp, el amigo de Miró, y posiblemente de Calder, cuyas performances de "Circus" acababa de ver hacía poco tiempo en París.

Al llegar a "Interior holandés III" Miró ya estaba demasiado cómodo, y él lo sabía; en esta pintura se lo puede ver resistiendo a la tentación de conformarse con los espacios agradables de Sorgh y Steen, que para entonces ya conocía íntimamente. Esta tela es significativamente más grande que las otras, con un fondo cautivante de amarillos sutilmente diferenciados. También las formas resultan más difíciles de leer, sin las expresiones faciales y los planos arquitectónicos que sustentan las obras anteriores.

Miró definió a esta pintura como un "resumen" de las otras pinturas de la serie; el Rijksmuseum parece estar de acuerdo.

Pero el curador de la muestra del Met, Gary Tinterow, tiene una interpretación más persuasiva.

Colocó "Interior Holandés III" (que es propiedad del Met) muy cerca de otro trabajo de Steen, "Woman at Her Toilet" de la colección del Rijksmuseum.

                                                              

No hay comentarios:

Publicar un comentario