PRESENTA: CREENCIAS
Aunque los daneses creen que sí, lo cierto es que no. Un estudio del Hospital Hillerod en Dinamarca acaba de confirmar la falsedad del popular mito danés de que es posible emborracharse al sumergir los pies en alcohol, según publica la prestigiosa revista 'British Medical Journal'.
En el estudio participaron tres voluntarios. Ninguno de ellos había sufrido de una enfermedad crónica de la piel o del hígado y no eran adictos al alcohol ni a drogas psicoactivas. Los voluntarios no bebieron alcohol en las 24 horas previas a los experimentos y proporcionaron una muestra de sangre antes de sumergir sus pies en una palangana de lavado que contenía tres botellas de Vodka Karloff. Los participantes mantuvieron sus pies en el vodka durante tres horas y proporcionaron muestras de sangre cada hora y media.
El grupo pasó por pruebas de autoevaluación sobre embriaguez en las que se tasaban en una escala del 0 al 10 sobre auto-confianza, rapidez en el hablar y el número de veces que deseaban abrazos espontáneos. Los resultados muestran que después de tres horas no hubo aumento en la concentración de alcohol en el flujo sanguíneo de los participantes.
Kristensen concluye que "el mito urbano danés sobre poder emborracharse al sumergir los pies en bebidas alcohólicas fuertes es justo eso: un mito". El investigador añade que el estudio tiene muchas implicaciones, incluyendo la evidencia de que conducir un vehículo o una barca con botas llenas de Vodka parece seguro y que los trabajadores de destilerías no se pueden intoxicar al caer en una tina de alcohol.
En el estudio participaron tres voluntarios. Ninguno de ellos había sufrido de una enfermedad crónica de la piel o del hígado y no eran adictos al alcohol ni a drogas psicoactivas. Los voluntarios no bebieron alcohol en las 24 horas previas a los experimentos y proporcionaron una muestra de sangre antes de sumergir sus pies en una palangana de lavado que contenía tres botellas de Vodka Karloff. Los participantes mantuvieron sus pies en el vodka durante tres horas y proporcionaron muestras de sangre cada hora y media.
El grupo pasó por pruebas de autoevaluación sobre embriaguez en las que se tasaban en una escala del 0 al 10 sobre auto-confianza, rapidez en el hablar y el número de veces que deseaban abrazos espontáneos. Los resultados muestran que después de tres horas no hubo aumento en la concentración de alcohol en el flujo sanguíneo de los participantes.
Kristensen concluye que "el mito urbano danés sobre poder emborracharse al sumergir los pies en bebidas alcohólicas fuertes es justo eso: un mito". El investigador añade que el estudio tiene muchas implicaciones, incluyendo la evidencia de que conducir un vehículo o una barca con botas llenas de Vodka parece seguro y que los trabajadores de destilerías no se pueden intoxicar al caer en una tina de alcohol.
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