Ideas17/07/12
La inteligencia emocional
Especialista en neuroética, la filósofa sueca Kathinka Evers reflexiona sobre el “cerebro moral” y el rol de nuestras emociones.
POR Ima Sanchis
NEUROSOCIEDAD. “El tipo de cerebro que tenemos es el resultado de nuestra sociedad”, dice Evers.
Etiquetado como:Kathinka EversLleva las cejas pintadas a lo Groucho Marx, lo que da a su mirada una profundidad inusual mientras habla, muy despacio, de bioética. Para esta investigadora sueca de 52 años, doctora en Filosofía e investigadora principal en el Centro de Etica y Bioética de la Universidad de Uppsala, el cerebro es dinámico y variable y su arquitectura está sujeta al impacto social. Otros, como el estadounidense Michael Gazzaniga, padre de la neurociencia cognitiva, afirman que nuestro cerebro se rige por leyes físicas y que son estas las que dominan nuestra conducta. Evers ha sido investigadora en Oxford y en el departamento de Filosofía y Derechos Humanos de la Universidad de Essex. Tiene varios libros publicados. En Neuroética: cuando la materia se despierta (Katz editores), por ejemplo, habla sobre cerebro y moralidad.
-¿El cerebro es moral?
-Si hablamos de un cerebro adulto y sano, sí.
-La moral se aprende.
-Casi todo el cerebro es aprendido. Los humanos, a diferencia del resto de los mamíferos, nacemos con un cerebro no acabado y utilizamos gran parte de nuestra vida para desarrollarlo.
Unos más y otros menos.
-El hombre de Neandertal utilizaba más de la mitad de su vida para desarrollar su cerebro. La evolución ha favorecido el dominio de un animal cuyo cerebro responde al aprendizaje. La educación influye en el cerebro, y este descubrimiento ha sido crucial.
¿Qué más sabemos?
-Que las distintas capacidades utilizan distintas zonas del cerebro; las capacidades morales se desarrollan en el lóbulo frontal, que se desarrolla con la edad.
-Cuando nacemos, ¿el lóbulo frontal está en pañales?
-Sí, y eso significa que los niños y adolescentes no tienen capacidad para entender algún tipo de pensamiento moral y nociones de riesgo. Por tanto, en la educación debemos tener en cuenta su nivel de desarrollo.
-Y procurar no dañar esa zona.
-Cierto, porque la persona que a raíz de un accidente tiene dañado el lóbulo frontal puede convertirse en moralmente incapaz: no es que no quiera, sino que no puede: biológicamente, ha perdido la base del comportamiento moral.
-¿La sociedad es el resultado del tipo de cerebro que tenemos o viceversa?
-Las sociedades están creadas por cerebros, pero a la vez el tipo de cerebro que tenemos es el resultado de nuestra sociedad. Hay una gran cantidad de influencias que van en contra de la arquitectura cerebral, y ese es un descubrimiento reciente que tendrá un gran impacto en la sociedad y los seres humanos del futuro.
-¿Cómo influye la ilusión en la construcción del cerebro?
-Las ilusiones existenciales son necesarias. Por ejemplo, no queremos ver el sufrimiento que nos rodea, ser plenamente consciente de él lastraría en exceso nuestra vida. Somos animales dominados por el miedo, queremos trascender y eso es una ilusión, porque somos seres biológicos pero seguimos disociándonos de la naturaleza.
-¿Es cultural o cerebral?
-Es el resultado de ambas. La neuroteología dice que hay diferencias en el cerebro entre las personas religiosas y no religiosas.
-Somos menos lógicos de lo que creemos.
-Y perdemos la lógica con la edad. Los niños son más lógicos que los adultos, por eso debería estudiarse lógica en la infancia. Dígame: si creamos un robot extremadamente sofisticado, ¿se convertirá en una persona?
-Según Philip K. Dick, autor de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, no.
-Exacto. Durante el siglo XX se ha analizado al ser humano como un robot intelectual. Hoy sabemos que la emocionalidad aumenta nuestra inteligencia y nuestra capacidad para comportarnos de manera compleja. Los androides de Dick no podían prever las acciones humanas porque no tenían emociones para entender cómo nos comportamos. Pero si conseguimos que las aprendan, tendrán autoconciencia.
-¿Los otros animales también tienen emociones?
-No sé dónde está el límite, supongo que es un tema de complejidad del sistema nervioso. Pero yo no como mamíferos porque tienen inteligencia y emociones.
-¿Por qué el 99% de nuestra comunicación es inconsciente?
-Tiene que ser así porque la conciencia es algo muy lento y no sobreviviríamos. De hecho, comunicamos menos de lo que creemos. La mayoría de las veces nos comunicamos únicamente con nosotros mismos. Cada cual interpreta las cosas de manera distinta, por eso es ridículo intentar identificar comportamientos de grandes grupos; decir por ejemplo “los hombres son así o las mujeres asá” no es correcto, las diferencias individuales son mayores que las de sexo.
-¿Cómo se aplica la neuroética a temas concretos?
-Hay estudios sobre las funciones cerebrales realizados con personas en coma o en estado vegetativo. En algunos casos se ha visto que tienen capacidad de pensamiento, de comunicación y de autoconciencia, y esto nos pone frente a cuestiones éticas muy difíciles.
-Según el cardiólogo holandés Pin van Lommel, muchas personas, al despertar de un coma, recuerdan lo acontecido.
-Es cierto. En Suecia se dio el caso de una persona que dijo al despertar: “Me ponían una música horrible”. En Bélgica, Steven Laureys ha intentado establecer comunicación con personas en coma utilizando la neurotecnología, midiendo la actividad cerebral que se genera en cada pensamiento.
-¿Pueden preguntarles cosas?
-Sí. Los resultados son muy interesantes porque se puede establecer comunicación sin hablar y sin comportamiento externo. Las mismas investigaciones realizadas con personas sanas demuestran que podemos llegar a leer la mente, aunque los resultados hasta ahora son limitados.
© La Vanguardia, 2012.
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